El Del Oleaje
El otro día Blogia me... Defraudó un poco... Digamos que me cabreé bastante, y si ya estaba dándole vueltas a una posible mudanza a otro sistema, creo que mis dudas se disiparon ese día. Pero el caso es que me da cosa dejar esto... Por lo tanto, y mientras completo la posible (y laboriosa) mudanza me podréis seguir en "estéreo"... Aquí, donde ahora me lees y... Aquí: Gromit Desde Las Afueras.
Estamos en pleno temporal, aunque afortunadamente parece que ha pasado lo peor... Gromitillo no lo ha resistido y quiso ir a ver las temibles olas que tanto se anunciaban con sus propios ojos. Y allá nos fuimos... Y las vimos... Y el viento le daba a todo un poco de acojone... Pero nos gustaba...
Es increíble lo espectacular que puede resultar un mar embravecido... Y sobreacojedor... Te hace sentir débil, una simple cosita que, de estar a merced de la fuerza de las olas, duraría más bien poco (y más aún Gromitillo, con sus escasos gramos de peso)...
¿Por qué nos atraen tanto el mar, las tormentas, los rayos y los fuegos artificiales? Los fuegos artificiales vale, suelen significar fiesta, y a todos nos gusta la fiesta. Además son por la noche, con todo lo que ello implica (introdúzca aquí sus propios pensamientos sobre la nocturnidad y la alevosía). Pero por increíble que parezca no tengo una teoría con respecto al resto de cosas (seguro que alguien que lea ésto sí, a ver si se anima a hacerla pública). Pero lo que sí está claro es que este tipo de fenómenos meteorológicos nos suelen gustar incluso más que un osito de gominola o el papel de burbujas (chof, chof, chof).
Estoy pensando... "Deberíamos habernos llevado ositos y papel de burbujas para sentarnos a ver las olas"... Y Gromitillo, que ya me conoce un poco, me está dando la razón con esos ojillos...
Ciudad Sin Ley