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El Viejo Rincón De Gromit

NAVIDAD: Día 7

Ya es 2009… Y por si te lo perdiste, tienes varias cosas por leer. DÍA 1, 2, 3, 4, 5 y 6.

Hemos hablado de velas, torrijas, Papa Noel, comidas familiares, uvas. Menos Papa Noel, que dudo mucho que la mesa del salón resistiese el peso de semejante cuerpo humano, el resto tienen precisamente ese elemento como común denominador. Una buena mesa de salón.
Sin embargo es difícil encontrarnos una mesa navideña perfectamente colocada sin su correspondiente mantel. En vuestras casas no se como será la cosa, pero aquí el MANTEL NAVIDEÑO es prácticamente sagrado. Y no sólo hay uno, sino que además hay varios, uno para cada comilona.
Por lo general de colores navideños, léase rojo y blanco, aunque precisamente el que tanto sorprende a Gromitillo en esta ocasión es rosa-salmón. Aceptamos. Porque lo que debe de transmitir un buen mantel navideño es tranquilidad. Sobre todo eso. Tranquilidad para que los comensales y miembros de la familia no se precipiten como jaurías humanas sobre la comida. Ya sabemos que va a sobrar, pero el ansia es el ansia.
El mantel además suele estar vigorosamente decorado. Principalmente con motivos navideños, aunque cualquier otra cosa se acepta. Lo importante es que sea un mantel que salga del armario (Mmm… ¿Qué otra cosa podíamos decir de un mantel color salmón?) una vez al año. Que la familia que viene de visita (A comer, no nos engañemos) quede anonadada por la belleza del mismo, y que los habituales en la casa reconozcan que nunca lo habían visto.
Un aspecto también interesante sería tener servilletas a juego, porque si el mantel es navideño, nunca debe de acompañarse con servilletas de papel, ni mucho menos con papel de cocina (Aunque reconozcamos que para limpiarnos los dedos de pelar langostinos nada es tan eficiente), por mucho que las servilletas sean rojas y con Papás Noeles dibujados.
En fin, FELIZ AÑO NUEVO. Espero que hayáis entrado con buen pie en el 2009 y tengáis la nevera llena de sobras de nuevo. Yo, vuelvo a tener torrijas, y me estoy dando cuenta de que, cuando se acaben las Navidades, Gromitillo y yo las vamos a echar de menos.

Ciudad Sin Ley

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