El Del Vampiro

Basado en una conversación real… Son cosas de esas que a veces suceden…

 

Estaban sentados cerca del mar, viendo como poco a poco el sol se iba ocultando tras el horizonte y el faro empezaba a emitir sus destellos de luz. Ella acabó de contar la historia que había empezado hacía cinco minutos y ambos se quedaron mirando al infinito.
- Todos somos iguales ante la muerte – dijo ella.
- No, todos no.
- ¿Cómo que no? Todos somos iguales ante la muerte – repitió ella.
- No, todos no. A unas personas les afecta más que a otras. No todos vemos la muerte igual – la volvió a responder él.
- ¿Acaso tú no te mueres igual que va a morir todo el mundo?
- No.
- ¿No?
- No, porque yo soy inmortal – la confesó él.
- ¿Eres inmortal? – preguntó ella mientras ponía cara de sorprendida.
- Sí. Soy un vampiro.
Se miraron a los ojos, y él pudo observar en los de ella una mezcla de curiosidad y miedo. Esa misma sensación que él mismo había experimentado años atrás.
- Hace unos años, conocí a alguien – empezó a confesarse él -. El tiempo me ha demostrado que era muy mala persona, pero… No pude evitar enamorarme de ella. Y, bueno, para cuando me quise dar cuenta, tenía la marca de sus colmillos en mi cuello. Y ahora, soy yo el que va mordiendo por ahí cuellos de jovencitas guapas e incautas.
Ella no podía dejar de mirarlo, sorprendida, asustada.
- Supongo que, si volviera a encontrarme con ella, a pesar de saber lo que sé ahora, y de cómo ha cambiado mi vida, volvería a dejarme morder.
Sus miradas volvieron a posarse en el infinito del mar y el silencio les volvió a rodear con sus brazos fríos.
- ¿Quieres que te muerda?
- ¿A mi? – preguntó ella al mismo tiempo que se giraba sorprendida para mirarle.
- Sí, a ti – respondió él al tiempo que encontraba sus ojos – Tú eres una linda jovencita, y que se limpia bien el cuello. Odio los cuellos sucios – murmuró mientras volvía la mirada al suelo.
- Bueno, pero, jopé, me tienes que buscar buenos planes para el resto de mi vida inmortal, ¿eh?

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